México, D.F. a 17 de julio de 2013
Éste miércoles a
las 18:00 horas se llevó a cabo La Gran Noche del Corto 2013 en la Cineteca
Nacional, en la cual se presentaron un total de 22 cortometrajes que conforman
la más reciente producción del Instituto Mexicano de Cinematografía.
El evento brindó
la oportunidad de promover el talento efervescente de jóvenes cineastas, un
breve pero sólido vistazo a la escena actual del trabajo que se realiza día a
día en México para consolidar las bases cinematográficas de una nueva
generación.
La presentación
fue tan variada como nutrida, poniendo frente al espectador temáticas
controversiales, irónicas y cómicas, con técnicas y enfoques igualmente
diversos.
Permitió explorar paso a paso la propia opinión ante situaciones inusuales, invitando a sentir, pensar y casi decidir por los personajes (Bajo el último techo, de Edgar A. Romero, Carreteras, de Denisse Quintero), llevándote casi de la mano por la causticidad (El regreso del vampiro, de Christian Alain Vázquez Carrasco, El relojero, de Alfonso Coronel), la angustia (Estatuas, de Roberto Fiesco, Gajes del oficio, de Mariana Gironella), el miedo (Inframundo, de Ana Mary Ramos, La hierba del diablo, de Gastón Andrade) y muchos lugares más, convirtiendo la experiencia en un verdadero ejercicio sensorial (a la vez que la propia sala hacía gala de un proyector 4K y un impecable sistema de sonido).
Otros notables cortometrajes a destacar fueron: Lluvia en los ojos, de Rita Basulto, Me pesas en la cabeza, de Pancho Ortega, Mirar atrás, de Mafer Galindo Chico, Monstruo, de Luis Mariano García, Música para después de dormir, de Nicolás Rojas, O ser un elefante, de Ulises Pérez Mancilla, Papalotes rosas, de Rebeca Bonola Jiménez, Por un puñado de canicas, de
Estíbaliz Márquez, Porcelana, de
Betzabe García, Tetas
para matar, de
Leopoldo Aguilar, Tras de
ti, de
Josué Hermes y Un día
en familia, de Pedro Esteban González Diester.
Dicha variedad es la que mantuvo al público
expectante, pues no se sabía qué esperar a los pies de cada crédito final, y
nada (ni siquiera un par de apagones, producto de las lluvias de la temporada),
logró distanciarlos de la emoción proyectada en pantalla y hecha propia,
volviéndola una auténtica y Gran Noche de Cortos.